Entrevista a Andrea Pitasi - Entrevistado por el Profesor Carlos Sedano - México

Apreciado Andrea, ¿cómo se da tu interés por la consultoría en Italia, en tiempos de la triple hélice (gobierno-industria-universidad) hoy evolucionada en Políticas-Ciencias-Mercados?

Siempre he considerado que mi objetivo de desarrollo personal es ser un profesor capaz de poner la investigación y las publicaciones en el centro, darles un sentido de aplicación a través de lo que ahora se llama la tercera misión, y luego basar mi enseñanza -primera misión- en lo mejor de mi segunda y tercera misión. En este sentido, ser sociólogo de sistemas complejos me ha ayudado mucho a vincular las Políticas, las Ciencias y los Mercados. La sociología está llena de temas que me encantan, pero algunos no son más viables: ¿qué puede hacer un experto pensador sociológico hoy leyendo Max Weber? ¿Entrenar a la clase media estadounidense para que se sienta más capitalista?

¿Qué impacto tiene el modelo del capitalismo académico en los profesores-investigadores de las universidades europeas y en sus usuarios?

El capitalismo académico, o capitalismo del conocimiento que es básicamente lo mismo, se articula en tres misiones denominadas respectivamente PRIMERA MISIÓN (EDUCACIÓN), SEGUNDA MISIÓN (INVESTIGACIÓN Y PUBLICACIONES CIENTÍFICAS) y finalmente TERCERA MISIÓN que se estructura en cuatro funciones a través de las cuales la universidad transfiere el conocimiento a otras instituciones, al mercado y a la sociedad civil. Estas cuatro funciones han cambiado radicalmente la agenda del profesor universitario y también de los estudiantes doctorados y la triple hélice se ha vuelto cada día más estratégica cuyo efecto de apalancamiento es cuanto más claro, más global. En el centro está la segunda misión, cuyos frutos se pueden ver en la tercera, y la segunda y la tercera misión proporcionan el bagaje para una primera misión de calidad, subrayando cada vez más despiadadamente la brecha entre un profesor universitario y un simple maestro. La transición al capitalismo académico que se inició a mediados de los años noventa fue a menudo captado tardíamente por los propios profesores, investigadores y estudiantes. Esto ha creado lo que yo llamo la autopoiesis de la obsolescencia, es decir, la gente ha seguido formándose a la antigua manera en un mundo en el que la antigua manera ya no tiene ningún valor añadido. Esto ha creado verdaderos dramas de precariedad y dificultades económicas, políticas y sociales. No es el cambio sino la negación del mismo lo que ha provocado el desastre en la generación que ahora tiene entre 45 y 60 años. Tuve la suerte de ver a Umberto Eco en acción desde mediados de los años ochenta, y Eco fue de hecho un precursor del modelo de misión que, por así decirlo, ya había anticipado y concebido a su manera. Hoy en día, los jóvenes de entre 25 y 35 años que ya se han formado en el capitalismo académico son competidores directos, y probablemente más fuertes, que esos trabajadores precarios de 45-60 años que quieren formar parte de la economía.

¿Cómo se diseña organizativa, jurídica y políticamente una universidad del capitalismo académico?

Básicamente en las tres misiones de antes. La primera es la didáctica pero solo por razones históricas, la segunda es la investigación – que es el centro del todo - y al final la tercera misión que se estructura en cuatro funciones estratégicas: Las cuatro funciones son: 3.1 alta difusión 3.2 creación de una cartera de propiedad intelectual 3.3. consultoría estratégica y educación superior 3.4 creación de empresas y sociedades de capital a partir de la actividad de investigación

¿Podrías platicarnos de tu experiencia como consultor y asesor de gobiernos, empresas y organizaciones sociales?

Desde que era estudiante a los veinte años, he tenido la suerte de tener profesores que no eran sólo profesores. Algunos fueron asesores del Estado para la reforma de la sanidad pública, otros del Gobierno para estudiar cómo mejorar la ley electoral, otros han estado siempre atentos a la relación entre la universidad y el mercado en el seno de la Unión Europea, para la que han ocupado puestos decisivos, mientras que otros fueron también escritores, publicistas y narradores con fuertes relaciones profesionales con editoriales no académicas y otros medios de comunicación. En definitiva, siempre he captado la idea de que convertirse en profesor universitario es una base fundamental desde la que construir algo más, que, sin embargo, es claramente un fruto del árbol académico. Como todo profesional del capitalismo del conocimiento, tengo un portafolio de mi estudio y una breve biografía (todo actualizado hasta el 2020) que he compartido contigo, querido Carlos, por correo electrónico, que puedes dejar circular. Y creo que ya hoy y en próximo futuro es y será estratégico un modelo que llamo EL PROFESOR INVERSOR: que es el símbolo de la evolución del sistema educativo a través de la forma de capitalismo académico. Si parece obvio para el sentido común y la opinión pública hablar de un sistema universitario, no lo es si utilizamos la teoría de los sistemas complejos de Luhmann, que ha dejado claro que la universidad no posee características sistémicas, sino que no es más que una forma de interconexión y acoplamiento estructural del sistema educativo con otros sistemas, como el sistema de la ciencia, el sistema político, el sistema jurídico, el sistema de los mass media y el sistema económico. Desde los años 90, las publicaciones sobre el capitalismo académico han suscitado un gran debate, especialmente en el norte de Europa, América del Norte, Oceanía y Extremo Oriente. Rhodes, Leslie, Slaughter, teóricos del capitalismo académico, Richard Munch, su acérrimo opositor, y finalmente Etzkowitz y Leydesdorff, con su triple hélice gobierno-industria-universidad, hoy evolucionada en Políticas-Ciencias-Mercados (por su propia admisión un modelo deudor de la obra de Luhmann), han puesto de manifiesto el salto evolutivo del sistema educativo a través del capitalismo académico bien claro en la obra de Ferone, que la opinión pública, el sentido común y muchos profesores y académicos mismos no han captado. Sin embargo, hoy el reto para ellos es grande, y es aún más grande, enorme para los que no quieren captarlo. Las funciones del académico han cambiado radicalmente, como nos recuerdan tanto los recortes del sistema económico en la financiación de la investigación como la producción del sistema jurídico de leyes como la italiana 240/10 y la española 1 4/11: la transformación de la triple hélice en derecho válido con el acoplamiento estructural de la economía y la política y el derecho. El reto que surge de esto se llama el PROFESOR INVERSOR. Esta es también la visión estratégica que ha creado WCSA (www.wcsaglobal.org) y que en 2021 ha visto nacer WCSA LATIN AMERICA (WCSA LATAM) mientras se están proyectando WCSA Europa y WCSA Extremo Oriente. WCSA LATAM nació de WCSA GLOBAL (wwwcsaglobal.org) y SFAI y aquí lo uso para aclarar un posible malentendido: una universidad que evoluciona en la triple hélice está abierta al mercado global, produce conocimiento estratégico y aplicable globalmente, y los mercados exitosos para ese conocimiento pueden estar en cualquier parte de nuestro planeta. Las universidades que no han podido/querido captar el modelo de la triple hélice suelen utilizar las relaciones con el mercado simplemente como una oportunidad para que la universidad siga la curva de demanda de empleo de la zona en la que se encuentra la universidad. El resultado suele ser una fea mezcla de familiarismo amoral banfieldiano y una mano de obra de mala calidad diseñada para el aquí y el ahora, casi siempre ya obsoleta cinco años después de la graduación. Por ejemplo, el profesor universitario en el pasado era la cima de la pirámide llamada educación pública. Por debajo de él estaban los profesores de secundaria (alumnos de entre 13 y 18 años), más abajo los de secundaria (alumnos de entre 10 y 12 años) y, por último, los de primaria (alumnos de entre 5-6 y 9-10 años). Se trata, pues, de un modelo esencialmente vertical y, sobre todo, territorial. La universidad de una ciudad determinada adquiría nuevos estudiantes principalmente de los institutos de la propia ciudad, o como mucho de otras ciudades, provincias y regiones que eran esencialmente vecinas. Hoy, en el mundo digital, el modelo profesor-inversor es horizontal. Ciertamente sigue habiendo dinámicas verticales -siempre menos estratégicas y siempre más chapuceras-, pero el aula es el mundo entero y los alumnos pueden llegar desde cualquier lugar y desde cualquier momento de su biografía de estudio y trabajo. El aula es el mundo entero y los alumnos pueden venir de cualquier parte y en cualquier momento de su vida educativa y laboral. En el aula, no sólo se encuentran el profesor y los alumnos, sino que la triple hélice está constantemente dando vueltas y si no es así, es que esa universidad o ese plan de estudios o ese profesor no son muy buenos.

Como sociólogo has diseñado y emprendido proyectos de software, ¿a qué problemas te enfrentas como inventor-profesor universitario en términos de licencias y propiedad intelectual?

Nunca he tenido ningún problema en particular. La gestión de la propia cartera de propiedad intelectual es una empresa agradable para cualquier becario y es importante que el método de ventajas y oportunidades recíprocas, recompensas y libertades sea transparente, fácil y gratificante para todas las partes implicadas. Cuando diseñé el CHRP 512, https://www.univie.ac.at/constructivism/projects/pitasi/ un software de apoyo a los procesos de toma de decisiones en condiciones de complejidad, tuve claro desde el principio que la propiedad intelectual sería del Ministerio de la Universidad y que seguiría teniendo libertad para trabajar en mi modelo conceptual y cognitivo https://www.univie.ac.at/constructivism/papers/2002/pitasi-construction.pdf subyacente al software y que habría enviado un mensaje claro sobre el sociólogo - inventor - empresario de tercera misión que en ese momento me llevó a colaborar con Siemens - Italdata que tuvo un papel decisivo en la organización de la transición del modelo al prototipo tecnológico. Siempre sigo con atención las actualizaciones de la OMPI y admiro a Albert Sabin que dio a la humanidad la vacuna contra la polio negándose a patentarla y a lucrarse, pero al mismo tiempo era libre de hacerlo porque la vacuna era suya.

Como observas la situación de los profesores de asignatura o por contratos temporales (que suelen ser el 60-80 % de los profesores de las Universidades) y que se encuentran en la precariedad laboral académica ante estas nuevas condiciones.

 En parte y de forma más indirecta, probablemente ya he respondido a esta pregunta anteriormente. Sería cruel que estas personas se quedaran sin trabajo después de toda una vida de compromiso y estudio, pero sería un desastre aún mayor que hubiera "nuevos reclutas" que ya estuvieran obsoletos para empezar y que formaran a la siguiente generación según un pasado que ya no existe. Incluso las disciplinas que tienen como objeto el pasado, como la restauración o la arqueología, tienen ahora marcos epistemológicos, metodológicos, técnicos y tecnológicos procedentes del mundo digital, por ejemplo. Formar, actualizar con la formación permanente, desde luego no premiar con el pleno empleo a quienes pretenden entrar en el servicio para enseñar un mundo que ya no existe y sobre cuya calidad habría mucho que discutir. 

Que facilita o dificulta, para un sociólogo como Andrea Pitasi, la inserción laboral de los sociólogos.

Probablemente los obstáculos principales son tres y bien conectados que el capitalismo académico nos ha revelado en manera clara: A) La diferenciación del derecho a nivel local (quiero decir nacional o de nivel inferior) es un desastre para la profesión sociológica cuyas herramientas - como las de los médicos y de los ingenieros - son utilizables universalmente al revés del jurista que fuera de su jurisdicción académica, legal y local no puede y, usualmente, no sabe hacer nada. Tenemos que aprender desde los médicos no desde los juristas. Desrregulación global (que quiere decir estándares mínimos de nivel global, no quiere decir ausencia de reglas) es la palabra clave para que la profesión sociológica se desarrolle a nivel global. B) La herencia de la sociología como hija adoptiva de la filosofía y con el mito del pensamiento crítico. Pues bien, si te llamas Nikla Luhmann o Jürgen Habermas puedes ser legitimado como pensador crítico, pero si imaginamos todos los millones de estudiantes de todo el mundo no se puede pensar que el programa de grado produzca millones de Habermas o Luhmann. C) El desempleo intelectual y por lo tanto la deriva. Para la generación más anciana decimos ellos y ellas que hoy tienen más de 50 años hay algunas justificaciones parciales. Su propio recorrido académico como estudiantes empezó cuando el capitalismo académico todavía no existía o todavía era bastante a su principio y no fácil para ser captado pronto. ¡Pero entre esa generación “anciana” podemos distinguir entre los profesores y los investigadores que facilitaron el cambio hasta el capitalismo académico para los más jóvenes y los que usaron la palabra llave “resistir!” creando un montón de DESEMPLEADOS CONVENCIDOS DE QUE SON, todos ellos, nuevos intelectuales de la ESCUELA DE FRANCOFORTE, y sin embargo, socialmente tan obsoletos como frustrados. El capitalismo académico o del conocimiento, entonces, nos lleva a una paradoja: cuanto más tratamos de insertar a los trabajadores temporales mayores, más ancianos, en las funciones universitarias, más se fortalece la autopoiesis de la obsolescencia y más se debilitan la universidad, la empresa y las instituciones que en ese momento no tendrán más recursos para ninguna categoría de trabajadores temporales. Eliminar estos tres obstáculos sería suficiente, el resto vendría casi solo.