DEONTOLOGÍA DE LA PROFESIÓN CONTABLE - Dr. Alfredo Spilzinger [PhD]

El ejercicio de la profesión en el área de la contabilidad, y posteriormente de la auditoría, se remonta a muy temprana edad en el siglo VI antes de la era común. Antropólogos encontraron registros aparentemente contables en tablillas de arcilla con grabados en signos cuneiformes en la Mesopotamia asiática, entre los ríos Tigris y Éufrates, durante la civilización sumeria.

 

Si bien hay un desconocimiento preciso del origen de esta civilización, hay algunos antecedentes científicos que afirman que los sumerios (llamados por ellos mismos “sig- sig”, que significaba “extranjeros de cabeza negra”) provendrían de la India. Esto significaría que algunos registros contables rudimentarios, según nuestra concepción postmoderna, podrían provenir de ese país asiático.

Durante la expansión de la cultura sumeria, la escritura tuvo un desarrollo importante, sobre todo bajo el reinado de En-Men-Barage-Si, primer rey de Kish, ciudad importante por antonomasia en esa civilización. Gran cantidad de inscripciones que datan del siglo XVII antes de la era común, nos llevan a pensar que la administración de los bienes y transacciones era conservada en alguna forma escrita.

Se conoce, aun sin muchos documentos que se hayan podido recuperar, que existían las operaciones comerciales (la explotación del cedro del Líbano y del oro, principalmente), los impuestos y modelos de transacciones comerciales y recibos, los cuales se han encontrado grabados en esas tablillas de arcilla.

Esto no pudo haber sido realizado sin que existieran normas de administración. Lo sumerios se basaban en cálculos sexagesimales: crearon la hora de 60 minutos y los minutos integrados por 60 segundos, como así también la numeración de situación posicional, que generó la creación del ábaco.

La ciudad de Erek, mencionada ya en la Biblia, fue origen de la famosa epopeya de Gilgamesh, que relata la vida de un rey sumerio y define una filosofía que luego se repite en la Biblia (la del diluvio universal, por ejemplo). Pero lo que resulta importante es la visión de la vida desde el punto del análisis filosófico. La inmortalidad estaba destinada a los dioses, por lo cual la finitud de la vida terrena llevaba a considerar la necesidad de escapar de la desdicha de la muerte, mediante el deseo y el goce de los placeres terrenos.

En el deseo, se encuentra la motivación para conseguir su objetivo al satisfacer sus placeres. El anhelo de poseer lo que se quiere resulta un impulso primitivo para el hombre. Y esta concepción sobre el camino de la vida define una idea de cómo se afianzaba el criterio de la visión socio-económica del hombre en la Mesopotamia y su fundamento filosófico.


Y por ello, la administración del goce económico de los placeres de la vida conlleva un fundamento filosófico, que coloca a la administración de ese goce -en definitiva, nuestra profesión- como una disciplina fundamental. No es el mero registro sino el acompañamiento del hombre en su caminar.

Lo más trascendente es que esa administración era supervisada por sacerdotes, personajes de íntima confianza del rey, y con quienes se afianzaba el valor supremo del imperio rey. Es decir que las funciones más importantes eran controladas por el clérigo, con lo cual esa profesión de asistir a los ciudadanos en la gestión de sus bienes, tributos y patrimonio era prioritaria para los sumerios. Como lo es hoy.

Esa civilización sumeria dio lugar siglos después al desarrollo del imperio acadio, que lo reemplazó en el mismo lugar geográfico con similares objetivos en el imperio que fundó el rey Sargón, quien gobernó más de setenta años como nuevo Rey de Kish. (1)

Durante su imperio, se desarrolló en forma importante el comercio y consecuentemente la escritura. Con ello, la administración de las operaciones adquiriría cada vez mayor importancia.

Siglos después de la cultura mesopotámica, el relato bíblico volvió a repetir conceptos administrativistas. “No oprimirás a tu prójimo, ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana”, dice el Libro del Levítico 19:13 del Pentateuco, y “No tendrás en tu bolsa dos pesas diferentes, una más pesada que la otra. Tampoco tendrás en tu casa dos medidas diferentes, una más grande que la otra”, dice el Deuteronomio 23:15.

Esto reproduce los valores de la administración en el siglo VI antes de la era común. Si ya existía desde antes de los valores bíblicos, es razonable que los registros contables existieran contemporáneamente.

En el decurso de los siglos posteriores, las operaciones requirieron con mayor frecuencia de sus sustentos escriturales, pero aun mas, de la asistencia de expertos que les ayudaran a desarrollar sus actividades.

Grecia y Roma requirieron de sus comerciantes la aplicación de criterios escriturales de sus operaciones, que ya en vez de escrituras cuneiformes se realizaron sobre códices, papiros que resultaron escritos anteriores a la invención de la imprenta y, por tanto, íntegramente manuscritos.

El aporte de los intelectuales griegos a la administración fue notable, con principios que tienen valor actualmente.


Sócrates se refirió a la organización de aspectos administrativos, separando los conceptos propios de administración del conocimiento técnico de la experiencia y enuncia en su ética la universalidad de la administración.

Platón describe las aptitudes naturales de los hombres, dando origen a los principios administrativos de la especialización.

Aristóteles expone los principios de lógica y se refiere a la organización de la administración de los estados.

Pericles se refiere a criterios de selección de personal y su condición de ateniense para la ejecución de determinadas funciones.

En términos generales, la contribución de los pensadores griegos fue buscar el verdadero conocimiento por medio de la investigación sistemática y holística, alejando de esta disciplina a las explicaciones mitológicas. La experiencia cualidad transitoria daba lugar a la necesidad de especulación conceptual, el estudio de la realidad y el experimentalismo científico.

Todo ello se basaba fundamentalmente en la búsqueda y el logro de la “areté”: la excelencia. Y esta excelencia solo podía lograrse a través de un análisis científico. La administración tiene su cabida en el mundo de la investigación, donde la contabilidad es la herramienta necesaria para aplicar el paradigma socrático del “nose te ipsum”, es decir “conócete a ti mismo”. Y los registros contables asisten a ese conocimiento de uno mismo y sus circunstancias.

En América, antes de la llegada de los españoles, las comunidades andinas mostraron un desarrollo organizativo de superioridad. Los Incas lograron su apogeo gracias a su capacidad de rescatar avances organizativos de anteriores culturas, de acuerdo con las nuevas circunstancias y en un escenario de diversidad geográfica, ecológica y cultural.

El sistema de reciprocidad constituyó la columna vertebral del crecimiento y apogeo de la sociedad inca; obligándolo al acrecentamiento de la producción agrícola y explotación ganadera. Nada de esto podría haberse completado sin registros de la actividad y, aun Más, sin consejos sobre las formas y modos de realizarlo.

La administracion (de ad = hacia, y minister = servir como subordinado) nació con el ser viviente mismo. En el orden biológico siempre existe quien sirve, alimenta y protege al ser vivo, subordinado a él.


La contabilidad es sin duda parte de esa adminstración, no solo como factor memorial que acumula registros de operaciones realizadas, sino como base de decisiones estratégicas que suelen ser taxonomixamente binarias. La programación de decisiones se basa en estos casos en la experiencia que muestran los registros contables y en las previsiones sobre comportamientos de las fuerzas propias y las del hábitat. Eso, en otros términos, es diseñar futuras decisiones.

Pero es en 1494 cuando la contabilidad adquiere una personalidad propia. Y es debido al trabajo del fraile franciscano Luca Bartolomeo de Paccioli, que en su famoso tratado Summa de arithmetica, geometria, proportioni et proportionalita, publicado en ese año, establece los principios de la partida doble. (2)

Paccioli no era justamente un matemático con el sentido que en este siglo podría tener. Era un filósofo enrolado en una doble corriente: pragmatista y a la vez de humanismo renacentista. Por ello su definición de la partida doble, que diera lugar a la contabilidad y la administración, debe analizarse desde el punto de vista filosófico como asistencia indispensable para una buena gerenciación de los negocios.

Esta obra, entonces, dio lugar a la creación, difusión y desarrollo de la profesión contable, que devino en definirse como un elemento indispensable para la organización de los entes que interactúan en el escenario de la economía en ciudades, países y naciones.

Se ha dicho que lo que Pacioli hizo por el desarrollo de los negocios es comparable a lo que hicieron Leonardo Da Vinci en el campo del arte, o Niccolò di Bernardo dei Machiavelli en el de la política.

Pero la profesión contable no puede desprenderse de la administración de los negocios, ya que es parte de esa función.

Evidentemente en los siglos pasados, desde la aparición del libro hasta la postmodernidad que vivimos, la contabilidad ha evolucionado de ser un mero registro de las operaciones para ser no solo el registro de las operaciones mercantiles, sino convertirse en el módulo profesional de diagnóstico, evaluación y control del desarrollo de entes empresariales.

El profesional en ciencias de la administración y la contabilidad se convirtió en un consultor de las empresas y, principalmente, de sus ejecutivos.
“Desde la contabilidad por partida doble hasta la teoría de la probabilidad y la computación, los principios matemáticos de las características más vitales de las finanzas contemporáneas están presentes en la Summa Arithmetica” (3)


LAS ORGANIZACIONES DE PROFESIONALES

La evolución mundial de los negocios llevó a los contadores a expandir sus actividades: constituyeron firmas de profesionales que, si bien se titularon como de contadores públicos y auditores, brindan un servicio mucho más amplio.

Su profesionalidad en el mundo de las actividades comerciales, industriales y de servicios les permite asistir a sus clientes en la “administración de sus operaciones”, concebida ésta como un todo holístico a la manera en que los sumerios comenzaron a operar, donde la contabilidad es solo un dato para poder asistir en la toma de decisiones.

En otras palabras, es como el instrumento por imágenes de las que se sirve un médico para efectuar su diagnóstico definitivo y encarar su tratamiento. Es decir, es una parte esencial de un proceso de administración, pero no es el todo en sí mismo.

Se genera una relación binaria entre profesional y usuario de sus servicios. La importancia de las relaciones binarias se debe a que una gran parte de las asociaciones entre elementos de conjuntos se hace de dos en dos elementos, ya que son elementos de dos conjuntos distintos.

Se trata de relaciones de conjuntos (A y B) que cumplen los siguientes principios:

  • Heterogéneas ( R= A – B) porque se establecen relaciones entre dos conjuntos distintos, lo que da lugar a operaciones o funciones matemáticas de cálculo:
    • Condición de existencia de imagen, es decir que para todo

elemento a de A se cumple que existe al menos un b de B, a y b estén relacionado.

    • Cumplen la condición de la existencia de origen, que garantiza que todo elemento b de B tiene al menos un origen a en A.
    • No cumplen la unicidad de imagen, ya que no garantiza que los elementos a de A que están relacionados con algún b de B y esta relación sea con un único elemento b de B.
    • Tampoco tienen unicidad de origen, ya que los elementos b de B que están relacionados con algún a de A no están relacionados solo con un único elemento a de A.
  • Se trata entonces de relaciones entre conjuntos heterogéneos no idénticos ni unívocos.

Y todo esto se da porque el conjunto A de profesionales debe servir al usuario del conjunto B con diversos elementos, de distintas especialidades y con diferente intensidad


para que la administración a la cual sirve resuelva situaciones vinculadas con su capital financiero, su capital humano, su organización, su esquema tributario, su estrategia de desarrollo y su sistema de registros.

La complejidad de las relaciones entre los usuarios de los servicios profesionales genera vínculos entre aquellos y entidades financieras, de seguros y capitalización, de tributación, de provisión de bienes y servicios y otros terceros en general, que requieren una certeza sobre la situación del conjunto usuario. Y para ello necesitan opiniones profesionales e independientes.

Su génesis se remonta al imperio persa de Ciro el Grande (circa 530 años antes de la era común) cuando las provincias (satrapías) eran administradas por sátrapas. Para prevenir que alguno de estos funcionarios no rindiera cuentas sobre los tributos recaudados con destino al emperador se les enviaban inspectores, conocidos como “ojos y oídos del rey”, que viajaban a las metrópolis provinciales, a intervenir en la gestión de los gobernadores.

Siglos más tarde, la sanción de la ley británica de sociedades anónimas, dictada en 1862, requirió que un profesional certificara la veracidad de los registros contables para las sociedades que acudieran al mercado de valores. Este proceso se dio en denominar de auditoría (del latín “audire”, que significa oír) y que resume la versión profesional de lo que el contador público certificado oye.

Por supuesto, la evolución de los medios de escritura y comunicación estableció normas profesionales a seguir para poder emitir un dictamen que garantizara la veracidad de los registros del usuario. Esto agregó a las funciones del denominado contador público certificado, el resultar garante de la verdad, función que únicamente hoy se atribuye a estos profesionales y a los notarios públicos.

DENOMINACIÓN DEL PROFESIONAL

El nombre con el que se distingue al profesional a cargo de las tareas que se enuncian en este trabajo, es el de contador. Es un vocablo que se origina en el nombre latino de “computator” que significa simplemente “el que enumera”.

Al aplicar los principios de semiología, ciencia que define el sentido de los signos y evidentemente el nombre de los profesionales de la actividad contable, es un signo. Un signo que define algo que estamos hablando de algo entendido como un significante, vehículo de un contenido determinado. (4)

Y el contenido es la labor profesional que desarrollan los expertos en la materia que se denominan contadores públicos. Es parte de una teoría de los códigos.


Y en nuestro caso, es el código que expresa una labor profesional que excede la mera reproducción escritural de operaciones comerciales, industriales, de servicios o financieras. No es un mero archivo memorioso de operaciones. Se trata de una parte esencial de la teoría de la administración.

Como expresaba Saussure, no solo es un problema lingüístico sino de un tema vinculado con el habla. Pero, para comprender bien este papel, hay que salirse del acto individual, que no es más que el embrión del lenguaje, y encararse con el hecho social. (5)

No se trata entonces de un mensaje individual. Es un signo hablado que identifica la labor de un grupo de profesionales que asiste al desarrollo de las actividades en el campo económico, con destrezas y experiencia propias de una buena admninistración.

Y en ese ámbito social, la denominación de contador se restringe en su misma fonación a una tarea de contar, de registrar y de exhibir escrituralmente acciones que transcurrieron en un pasado, fuera de la actividad presente.

Las formas gramaticales latinas y aun las sajonas se han basado en los actos que desde los sumerios, los hoy denoninados contadores, ejercían.

La adición de públicos o certificados, a esos contadores, ha querido denominar a quienes por imperio de las legislaciones en cada país, poseen la atribución de certificar estados fianancieros. Son en definitiva los depositarios de la verdad y se denominan por su especialidad como “auditores”. Es decir oidores de hechos, y resultan garantes de la verdad, tal como lo definió la Declaración de Asunción, de la Asociación Interamericana de Contadores.

¿Bajo qué signo se identifican entonces las tareas que no son exclusivamente escriturales de la memoria de unidades económicas o sociales?

No es objeto del presente análisis definir nuevas formas de aplicar semiología a la denominación de los contadores. Nos basta con plantear este tema que reduce a un signo incompleto, la trascendente labor de estos profesionales. Es una asignatura pendiente que merecerá nuevas investigaciones.


LA ÉTICA PROFESIONAL 

Como hemos señalado, los sumerios ya desarrollaban tareas profesionales en inscripciones sobre tablas de arcilla. Y también tenían normas de ética, que se aplicaban a todos los habitantes de la Mesopotamia antigua..


Para asegurar el cumplimiento de esa orden ética, el rey Ur-Nammu decidió que las leyes de la tierra fueran puestas por escrito, y el primer código conocido pertenece al 2113 antes de la era común, apróximadamente. Esos pueblos sumerios, tal como se ha escrito, no se quedaron en la mera explicación de los fenómenos de la naturaleza (propia de esa teocracia) y su propia estancia sobre la tierra, sino que lograron descifrar la naturaleza humana y normar sus conductas sociales. Y esas normas, a través de los siglos, han llegado hasta nosotros.

Recordemos que la civilización sumeria se hizo crecientemente compleja, consecuentemente se desarrolló una vasta clase media de escribanos, gobernadores, embajadores, administradores, capitanes de barcos, recaudadores de impuestos, sacerdotes, arquitectos, contadores y jefes militares, siendo el rey el comandante en jefe. (6)

Y esa deontología se aplicaba a toda la comunidad, incluido por supuesto a los administradores y contadores, sin distinción de profesionalidad. Porque la ética (del griego “ethos” = manera de hacer o adquirir las cosas) no reconoce particularidades. Los códigos de ética tuvieron y tienen hoy la finalidad de establecer normas de carácter general, que impidan que la justicia sea implementada por manos propias, y por esa razón se escribe.


Justicia, del latin “jus”,lo que es justo puede ser considerado filosóficamente, y obviando conceptos religiosos, como la acción de cada individuo de dar a cada semejante lo que le corresponde para poder compartir el milagro de la vida. Quien tomare lo que le corresponde a otro, resultaría indigno de suficientes y aparece gozar del milagro de la vida en plenitud.

La civilización babilónica nos legó desde circa el siglo XXI antes de la era común, del Código de Hammurabi que establece que sean sus funcionarios quienes hicieran ese trabajo, eliminando el poder de los sacerdotes y fortaleciendo el suyo propio.


Para ello, en sus 278 leyes de este Código se resumieron todas las leyes civiles y penales ya existentes en ese pueblo. Las grabaron en columnas de piedra para ser distribuidas en todo el reino, para que el pueblo conociera la ley y sus castigos.

La escritura definitivamente decidió hacer públicas las normas de comportamiento, que no eran otras que principios comportamentales de ética, entendida ésta como los principios básicos de convivencia social. Entendamos que la ética es una rama esencial de la filosofía. Es respetar la otredad, los que están fuera de cada uno de nosotros, y que nuestros actos deben ser verdaderos y confiables. El irrespeto de ese principio tiene sus castigos.


En ese mismo sentido se ha escrito sobre los silencios de la Biblia, respecto de principios de ética, la falta de descripción de valores éticos. Personalmente, discrepo con esta afirmación.

El especialista en ética John Barton dice que hay tres modelos, patrones o paradigmas básicos que forman la base de toda la ética en la Biblia: (1) obediencia a la voluntad de Dios; (2) ley natural; y (3) la imitación de Dios. (7)

Esto significa que los valores éticos se transforman en principios generales de ética filosófica. Más allá de las referencias deísticas, consideremos que la ética bíblica se refiere al cumplimiento de los mandamientos básicos del comportamiento humano. Y esto, aplicado a la labor profesional, es simplemente:

  • A no reconocer ninguna autoridad superior que te obligara a actos impuros (independencia de criterio).
  • No ejercer ninguna actividad que implique robar (ejercer la profesión sin lugar a mentir sobre la labor profesional).
  • No mentir sobre la labor asignada (no presentarás falso testimonio contra tu prójimo).
  • No ejercer ninguna actividad que vulnere el patrimonio bajo examen (no codiciarás la casa de tu prójimo).

De la misma manera, los Diez Mandamientos fueron dados para poder revelar un problema que está en lo más profundo de nosotros: nuestro pecado, nuestra soberbia y nuestra capacidad para eludir las responsabilidades de todo ser humano.

Definitivamente, en esos párrafos (tomados como relato más que como norma religiosa) resume cómo debe ser nuestra actividad profesional. Hacen falta más detalles de normas?

Se ha escrito en muchos artículos que un código de ética es un documento compuesto por una serie de normas, reglamentos y valores que se escriben con el objeto de regular los comportamientos y actitudes de las personas que forman parte de un mismo contexto, bien sea con respecto a una profesión, organización o empresa.

Puede ser necesario codificar estos principios, pero teniendo en cuenta que un profesional en su actividad en la profesión contable (que es un sistema complejo porque se trata de administrar la vida que es en sí misma un sistema complejo), es preciso ser generalista y obviar detalles de una profesión que en sí misma muta al compás de la propia mutación de la vida sobre la tierra.


Cuando las palabras no se consideran suficientes y aparece la escritura, esos códigos éticos se escriben. Pero lo que se escribe es el fundamento sociológico de la aplicación de principios de ética. No existen detalles porque, como hemos dicho, justamente la ciencia muta al compás de la mutación de la civilización.

La manera de hacer es exactamente lo que cambia, porque la vida es un sistema complejo y las ciencias aplicadas son también complejas. Los procedimientos que aplican los profesionales se adaptan y se modifican para ser contemporáneos de la vida cambiante.

Precisar detalle sobre actividades profesionales es justamente desconocer que si se cumplen los recaudos generales no resulta necesario detallar procedimientos que con el decurso del tiempo pierden validez práctica.

Proponemos entonces una declaración de principios básicos, que como en el caso de los médicos, por ejemplo, se rigen por el juramento hipocrático. Pero no se codifican procedimientos cuando un profesional de la salud debe resolver problemas biológicos a un enfermo o practicar una cirugía. Porque ello equivaldría a exigir a esos profesionales a ejercer su profesión munidos de un código bajo el brazo.

No eliminamos la posibilidad de trabajar con códigos, solo presentamos la propuesta que como todo ser humano social, que interactúa con semejantes, se deben seguir principios básicos de comportamiento. De lo contrario, estaríamos coartando esa independencia de criterio a la que nos referíamos.

Consideramos que es preciso aplicar procesos ligados a la lógica doxística, que es aquella relacionada con el razonamiento basado en creencias. Si el profesional cree en su experiencia y su capacidad, es lógico que aplique su razonamiento aprendido en su carrera, modificado por su aprendizaje en el campo de su práctica.

Se ha escrito ya muchas veces sobe el tema. Para los filósofos Richard Feldman y Earl Conee, el evidencialismo es el argumento más fuerte para la justificación, porque identifica la noción primaria de justificación epistémica. Argumentan que si la actitud de una persona hacia una proposición se ajusta a su evidencia, entonces su actitud hacia esa proposición está epistémicamente justificada.

Será necesario, entonces, reestudiar las cuestiones sobre codificaciones profesionales.

 

LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA LABOR PROFESIONAL


Esa tarea profesional que hemos detallado se ha extendido fuera de las fronteras de cada país, en los que sus usuarios desarrollan actividades, con el objeto de asistirles donde localizarán sus actividades.

Este proceso, que se dio en denominar de globalización, es un fenómeno que afecta al ámbito económico y a otras dimensiones y efectos, tales como el conocimiento, actos de índole cultural, político o medioambientales. Está causada por fenómenos económicos y geopolíticos, así como la aparición de nuevos competidores y la expansión de la demanda de productos y servicios que ciudadanos de otros países reclaman y son producidos fuera de sus fronteras.

El economista chino Gao Shanguan, expresaba que “la globalización económica es una tendencia irreversible debido al hecho de que los mercados globales tienen la gran necesidad de tecnologías científicas e informáticas” (8).
Con la creciente demanda de ciencia y tecnología, Shanguan establece que los mercados globales asumen una "creciente división laboral transfronteriza”.

Este nuevo esquema planetario generó que los despachos de contadores locales establecieran asociaciones con profesionales de otros países que adquirieron diferentes formatos. Se constituyeron, en consecuencia, asociaciones y redes (networks en lenguaje inglés).

Las primeras (asociaciones) son alianzas que no comportan responsabilidades técnico- profesionales de la casa matriz respecto de las actividades fuera de su centro de actividades. Por el contrario, las redes o networks comportan una sociedad de firmas que responden a un nombre idéntico (no obligatorio) y a un control de la casa matriz sobre los procesos profesionales que se aplican, que respondan a los principios establecidos por entes internacionales.

Estas últimas, entonces, responden a un criterio único y conllevan la responsabilidad de todo el grupo, respecto de la calidad de las prácticas profesionales, de la difusión de sus actividades y la responsabilidad frente a sus usuarios de actuar como un ente consolidado en un todo profesional.

Lamentablemente, la selección de profesionales del área de la administración y la contabilidad se ha regido por la aparición de rankings, que se basan no en la experiencia y el conocimiento, sino en el volumen de su facturación.

Diferente a otras profesiones del ámbito social (abogados, sociólogos, filósofos y similares), los contadores fueron objeto de elaboración de tablas de ranking, en las que se distinguen las redes de profesionales de acuerdo con el cálculo de su primacía en el mundo empresarial para ser seleccionados por sus clientes.


Pero los ranking de profesionales deben basar su contenido en la calidad de sus servicios, y debe ser confeccionado con el objeto de informar sobre el grado de aptitud de sus integrantes.

¿Pero es correctamente ético clasificar a los profesionales, por quienes no utilizan sus servicios? ¿Quién es capaz de evaluar la capacidad de un profesional, fuera de sus propios usuarios?

¿Alguien decidiría la elección de un profesional que le asista en sus problemas, basados en una escala clasificatoria basada en el volumen financiero de sus actividades?

¿Algún enfermo elegiría un médico para someterse a una intervención quirúrgica por su posición en una escala de clasificación, cuyo autor se desconoce?

¿Una empresa que requiere los servicios de asistencia legal, decidiría el profesional que le represente ante las cortes en una escala de ranking?

Por cierto que la respuesta a estas preguntas es decididamente negativa…

Pero, aun peor, la composición de esta escala de valores se integra de acuerdo con los importes de las facturaciones de estas redes de profesionales. Es decir que el nivel profesional se evalúa por una cantidad de dólares que se facturan, importes que cada red de profesionales declara y que obviamente no son cifras auditadas.

De aceptarse ese criterio sin discutirlo, estaríamos evaluando una capacidad intelectual por el volumen de su producción, en lugar de verificar la calidad de su trabajo.

Siendo redes de profesionales que actúan en diferentes países, los valores son totalmente disímiles en Asia o África que los que se calculan en Europa o en América. De allí es que la facturación de cada una de ellas se establece en función de las variables financieras y macroeconómicas de cada país, en los cuales los precios unitarios deben adaptarse a las condiciones de cada mercado, y de cada cliente en cada uno de esos mercados.

Pero además de la incoherencia de esta medida, genera la construcción de escalas de valores que generan un proceso regido por la ley de polarización dinámica, en redes o despachos de contadores y auditores que se agrupan en clusters, separados por el volumen de sus servicios vendidos.

Este principio, descubierto y expresado por Santiago Ramón y Cajal, describe en el escenario neuronal cómo las células transmiten unidireccionalmente sus impulsos nerviosos, desde el cuerpo neuronal hasta el extremo de su axón. (9)


En el ámbito sub estudio, la transmisión de la selección de asistencia profesional se dirige unidireccionalmente desde los posibles o probables clientes hacia los despachos que componen el teórico grupo virtuoso de los de mayor facturación.

Es decir, no se tiene en cuenta la valoración de la capacidad profesional. Y esto se posibilita por la existencia de mencionados rankings de clasificación profesional.

La clasificación de despachos profesionales, solamente por medio de su facturación, atenta contra principios elementales de convivencia entre ellos mismos. Esas clasificaciones dividen en consecuencia al universo profesional en buenos, mediocres y malos profesionales, solo por su poder de facturación (cifras con las salvedades antes expuestas) y nunca por sus niveles de capacidad y experiencia profesional.

Ya las publicaciones que se editan en todos los países industrializados hablan de despachos que componen las BIG FIRMS (firmas grandes en su transliteración inglesa) y el MID TIER (nivel medio en español).

El nivel de un elemento de una clasificación, consecuentemente, es su altura respecto de los demás integrantes del conjunto. En función de esa definición, los despachos referenciados en una clasificación tienen una altura (definición de nivel) que en el caso de los MID TIER, es media. Sin importar su capacidad intelectual ni profesional.

La interpretación lingüística del vocablo MIDTIER en inglés dice que“midtier (not comparable) (business) Of medium size and importance, neither top-
tier nor bottom-tier”, que trasnliterado significa “de tamaño medio e importancia, no del nivel más alto ni del nivel mas bajo”.

En un artículo publicado en Australia por Chris Patel (10) , se desarrolla esta problemática bajo el título “Mas santo que tú” donde expresa que “el artículo hace una contribución a la investigación contable intercultural, al examinar la influencia de las perspectivas teóricas en competencia de la cultura y la aculturación en el sesgo de percepción de ““más santo que tú””. El sesgo de percepción de “más santo que tú” lleva a que los individuos se perciban a sí mismos como actuando de manera más ética que otros comparables, cuando se enfrentan a comportamientos relacionados con el trabajo éticamente incierto”.

Toda esta problemática se genera por la impropia construcción de un listado clasificatorio de despachos internacionales de contadores y auditores, basados solamente en la simplicidad de su facturación. Ello genera, como se ha señalado, esa dinámica polarizadora que solamente produce problemas de percepción.


Hay diversos otros módulos que hubieran podido aplicarse, como el intervalo de confianza, donde hay un par o varios pares de números entre los cuales se estima que estará cierto valor desconocido respecto de un parámetro poblacional con un determinado nivel de confianza.

Debemos analizar estos listados clasificatorios de profesionales bajo la lente de la sensibilidad ética, que significa participar de un colectivo de expertos.

La sensibilidad ética se define como una “atención a los valores éticos involucrados en una situación cargada de conflicto y una autoconciencia del propio rol y responsabilidad en una situación”.

No encontramos en la deontología de las profesiones bajo análisis, normas internacionales de ética vinculadas exclusivamente a la interacción entre profesionales. Existen infinidad de normas sobre ética respecto de la relación profesional con usuarios o posibles usuarios, pero no existe ninguna norma emitida que se refiera al tratamiento ético intra- profesional.


CONCLUSIONES 

La paradoja de estas conclusiones es que conclusiones no hay. Simplemente porque no concluye la trayectoria de la deontología de una profesión tan trascendente como la de administración y la contabilidad, hermanadas sin posibilidad de desunirlas. Son hermanas gemelas que tienen un ADN similar, pero con características muy propias.

Como una ciencia creada por el hombre, sistema complejo por excelencia, es al mismo tiempo una ciencia compleja y como tal tiene su música dominante. Y me refiero a la música no audible, esa que subyace en todo sistema complejo.

Música ya desde los tiempos de la civilización griega (y heredado de la civilización del Rey de Kish) es el camino que enmarca toda actividad vital que, en algunos casos, adquiere sonoridad y la escuchamos. De la raíz indoeuropea “mus”, significaba pensar o actuar, y los latinos la refirieron a las musas que inspiraban a los pensadores, intelectuales y artistas.

Esa música que subyace en las ciencias complejas, tal como la que examinamos en este articulo, es la que marca la evolución de la vida y sus ciencias conexas. Se integra con varios elementos esenciales: la clave, la melodía, la armonía, la lógica, el ritmo y las matemáticas.

Recordemos que Platón dijo “que la música tenía más de origen en los escritos de Pitágoras y metafísico que en el filosófico, y que la música así como la gimnasia eran los ingresos del ser vivo a una vida de conocimiento. Es la clara definición de una música que no se oye, siempre inaudible para el ser humano, pero sí que resuena en su propia alma”.


Y hasta llegó a decir “dejadme hacer las canciones de una nación y no me preocuparé quien haga sus leyes”. Tanto Platón como Aristóteles concordaban en que la manera de producir la clase idónea de persona era mediante un sistema educativo público, cuyos dos pilares fundamentales fueran la música y la gimnasia. La primera, para disciplinar la mente; la segunda, para disciplinar el cuerpo.

¿Cómo hacer para mutar la administración y la contabilidad a la post modernidad que vivimos fuera de esos parámetros?

Será ciertamente sin manuales ni códigos, porque la música inaudible no puede interpretar. Porque sería poco creíble ver a Ludwig van Beethoven o Jean Sibelius (sólo por dar ejemplos) asistidos con manuales para componer sus obras.

Será necesario en consecuencia intensificar la inversión de esfuerzos, experiencia y tiempo en mejorar esos elementos musicales: Definir la clave (el lugar del espacio donde se inicia el trabajo), como así también:

  • Imaginar la melodía (la sucesión de hechos y acciones que sea percibida como una sola entidad y se desplace en el tiempo).
  • Crear la armonía (diseñar el equilibrio, proporción y correspondencia adecuada entre las diferentes cosas que integran el todo).
  • Seguir una lógica (filosofía que defina las formas y principios generales que rigen la transmisión del conocimiento y el pensamiento humano, considerado puramente en sí mismo).
  • Marcar el ritmo (que es la forma de sucederse y alternar una serie de hechos y afirmaciones que se repiten periódicamente en un determinado intervalo de tiempo, especialmente la manera en que se suceden y alternan en una obra científica las acciones diferentes en intensidad).
  • Analizar las matemáticas (estudiar las propiedades y relaciones que tienen los entes abstractos, como los números del trabajo que se realiza).

¿Por qué enfatizo en la necesidad de dejar de lado los manuales? Porque la vida es un sistema complejo por excelencia y, en consecuencia, las ciencias que le sirven de soporte también lo son. Y no existe un manual de cómo organizar la vida. Ni cómo asistir a un artista a componer una sinfonía, ni a un médico que realiza un trasplante de hígado con un problema de los inmunosupresores.

Estos problemas no se resuelven con manuales, sino por la inversión de esfuerzos que tanto el artista como el médico han efectuado previamente para comprender, estudiar y perfeccionar su propia música interna.

Creo, finalmente, que dada la antigüedad de nuestra profesión y la importancia que tiene hoy en el mundo de la evolución económica de las sociedades, sería más que conveniente revisar con los elementos citados la metodología de aplicación y los aspectos éticos (lógicos) de nuestra carrera, así como su clasificación para adecuarlos al sistema complejo de la vida, que es donde se desarrolla la misma.

 

REFERENCIAS
1 Reydekish.com
2 Gertz Manero, Federico . Origen y Evolución de la Contabilidad: Ensayo histórico, 5ta edición. Mexico, Editorial Trilla.
3 Economía, New York, 28 de junio de 2019.
4 Eco, Umberto. Tratado de semiótica general. Milán, julio de 1974.
5 De Saussure, Ferdinand. Curso de lingüística general. Editorial Losada. Buenos Aires, 1945
6 John David Garcia. 1991
7 Barton, John (2003). Comprensión de la ética del Antiguo Testamento: enfoques y expectativas. Louisville, Kentucky: Westminster John Knox Press. ISBN 978-0-66422-596-4.
8 Shanguan, Gao. Publicaciones, año 2000.
9 https://personal.utdallas.edu/~tres/memory/intro/llinas.pdf
10 Patel, Chris. “Holier-than-thou” perception bias among professional accountants: A cross-cultural study. 8 de Octubre de 2011