EL CORONAVIRUS Y LAS DECISIONES - Dr. Alfredo Spilzinger [PhD]

Hacia el año 341 antes de la era común, Demóstenes, uno de los oradores más cautivantes de la historia, en su tercera filípica, decía que...

en cada crisis, por lo tanto, se da la oportunidad de actuar, en la cual la fortuna equipa a menudo a los descuidados contra los vigilantes [y los que se encogen de hombros sobre los hechos sobre los que incumplen con sus deberes], no se podría comprar a un precio dado a nuestros políticos o nuestros generales; debemos actuar en mutua concordia...

Dos mil años después, nos seguimos enfrentando a las mismas crisis. Y como expresaba Demóstenes, no se puede comprar a los políticos. O, al menos, no se debe comprar a los políticos. En consecuencia, debemos actuar en concordancia.

¿Qué es la concordancia? Es un estado de conformidad o correspondencia entre dos o más cosas, personas, ideas o fenómenos. Esto es que, en situación de crisis, la única forma de proceder para su solución es generar concordancia entre los distintos agentes que operan en ese punto de la curva témporo-espacial, en el que se generan distintos caminos posibles.

Las decisiones políticas que son precisas son actualmente distintas a las que se sugerían algunos años atrás. Hoy existen resultados de investigaciones sobre modelos complejos que están a disposición de quienes tienen la obligación de decidir.

La pandemia que hoy azota al planeta tierra es importante y disruptiva. Ningún instrumento de lógica lineal hoy puede ser aplicado. Pero hay nuevos instrumentos que pocos utilizan.

Se han determinado medidas acerca de reuniones personales que no superen las 200 personas. ¿Por qué 200? ¿Es un número mágico? ¿Hay más perjuicio sanitario si son 201? ¿O 199? ¿Y qué pasa con reuniones de 50 personas? ¿El virus no ataca?

La lógica difusa (más conocida por su transliteración en ingles “fuzzy logic”) hoy enseña que la lógica Booleana ha sido superada. Esta ultima decía que las opciones eran “1” ó “0”. En otras palabras, frío o calor, o caos u orden, o bueno o malo, o blanco o negro. Pero se conocen posiciones que existen claramente entre 0 y la unidad. Entonces, por qué 200 participantes y no otro número. 200 es un número arbitrario, resuelto por quienes no conocen absolutamente qué es la lógica difusa. [1]

¿Por qué no se dejan las decisiones a quienes conocen estas variables, cuando por el COVID 19 estamos manejando la vida de los argentinos?

Las decisiones tampoco pueden ser tomadas en cualquier momento, ni diferidas en su aplicación. El virus avanza geométricamente mientras los funcionarios deciden aritméticamente, intentando buscar soluciones fuera de lo que se conoce como la ventana de Overton.[2]

No es momento de evaluaciones, sino de decisiones. Y decisiones que no pueden escapar de la ventana que puede correrse verticalmente entre los límites de la libertad y las consecuencias de un virus que mata.

Es preciso para la población no entrar en pánico y seguir las indicaciones. Pero es fundamental que las autoridades, al no poder comprarlas como explicaba Demóstenes, deban decidir en concordancia con las necesidades del pueblo que conducen.



REFERENCIAS

[1] Definida por Lofti Aliasker Zadeh, en 1965, en la Universidad de Berkeley.
[2] Definida por Joseph Overton, circa 2000.