POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS - Dr. Alfredo Spilzinger [PhD]

El año 2016 comenzó, como comentábamos con Jim Peterson, nuestro miembro del comité técnico asesor, con un obituario. El amanecer del año nos decía de la muerte del ex diputado americano Michael Oxley. Para algunos lectores un personaje quizás desconocido, pero reconocido para quienes frecuentan la profesión de las ciencias económicas.

Fue co – autor en 2002 de la ley que luego llevó su nombre junto a un colega del congreso de los Estados Unidos [ley Sarbanes – Oxley o aun mas sintéticamente SOX] que intentó aplicar medidas curativas [en realidad paliativas] para que la ya famosa quiebra de ENRON y que llevara consecuentemente a la desaparición de la firma profesional Arthur Andersen, no se repitieran.

Pero lamentablemente esas quiebras se reprodujeron a partir del 2008. Pero aun mas, y fuera de las criticas que la SOX produjera por su alto costo de implementación y su falta de flexibilidad para nuevas inversiones, ninguna ley puede evitar que el costado infiel del capitalismo juegue sus cartas mas pesadas.

La SOX es una ley que dicho en pocos términos, expresa que mentir y robar son delitos. Novedad revelada que incluye para los cómplices que se hicieran eco de esas mentiras, la sanción de castigos por parte de los dioses del paraíso profesional en igual forma como a los infractores originales.

No obstante las admoniciones de la ley, tal como comentábamos, el martes 8 de octubre de 2008, estacionado yo en las esquina de 4 Times Square en New York, sede del Nasdaq [del que fuera presidente Bernard Madoff otro célebre estafador] siendo las 6 de la tarde, era testigo del desfile del lamentable espectáculo de empleados [ya desempleado], portando su caja de cartón corrugado, llevando adonde ni cada uno sabría, sus inútiles pertenencias personales de las oficinas que los habían empleado hasta ese día.

La crisis había implosionado una vez mas dejando tras de sí. fraude, desempleo y crisis. Esa misma que en la Universidad nos habían enseñado que la de 1930 nunca se repetiría, porque existían medidas de política financiera que ya no lo posibilitarían. No era verdad esa afirmación. Pero se pudo repetir un día negro nuevamente. Exactamente 31 días antes que Barack Obama quedara consagrado como el cuadragésimo cuarto presidente de los Estados Unidos, comenzaba la crisis mas grande de este siglo.

Nombres que ya pertenecen al pasado del escenario económico desfilaban como señales de desastre en las pantallas de los televisores. Lehman Brothers, AIG – American International Group , Fannie Mae, Freddy Mac, Bearn Sterns, mas otras 130 compañías de la Bolsa estadounidense y otras más privadas, bajaron sus brazos dejando comprometidos activos por mas de 1,5 billones de dólares.

A pocos días de asumir su mandato, el presidente Obama tuvo que afrontar una inyección financiera de 700.000 millones de dólares al mercado que se desangraba a diario. Pero no terminó allí la asistencia financiera. Continuó por muchos meses llegando según las ultimas cifras a más de 2,5 billones de dólares.

Pero coincidentemente, esa primera asistencia financiera de 700.000 millones de dólares resultaba equivalente [a precios de 2008], de la inversión que supuso el Plan Marshall para la Reconstrucción de Europa, que el 12 de julio de 1947 implementara el Presidente Harry Truman. Vaya coincidencia. Esa suma fue suficiente para reconstruir un continente pero escasa para rehabilitar el mercado financiero americano.

Pero que había pasado entonces para que sucediera lo que nos dijeron no sucedería? La confianza se había quebrado nuevamente con mentiras que la SOX nos prometiera que no sucedería. Los dioses de la profesión se olvidaron de castigar a los infieles de la verdad y los incrédulos inversionistas, deudores y acreedores volvieron a perder.

Que pasó con los controles? No funcionaron? Los contadores públicos resultan ser el único instrumento que las sociedades han aceptado como garantes de la verdad. Se llaman justamente públicos [o jurados en países sajones], porque su actividad responde al público, a la gente. A la sociedad que les ha delegdo su capacidad de analizar y garantizar la verdad.

La escritura nació en el homo sapiens cuando hacia 15.000 años antes de la era común, fue necesario comenzar a reflejar sus pertenencias. Y Junto con la escritura, comenzaron a integrarse las cuentas, que de un formato cuneiforme pasaría a otros que conocemos hoy. Hasta llegar a los minúsculos valores binarios que solo con ceros y unos, nos dan la posibilidad de registrar hasta esos billones de dólares a los que nos hemos referido.

Y la garantía de la veracidad de esas decisiones financieras transformadas en bits? Compete exclusivamente a los contadores públicos. A nadie mas, ni a nadie menos. Y los receptores de esa garantía son los más de 7000 millones de ciudadanos del mundo. Cada uno que queda engañado por una verdad no garantizada es consecuencia de un pecado original de quien debió asegurar la verdad y no lo hizo.

Ocurre que los contadores públicos somos garantes de la felicidad de los sapiens que habitan este globo terráqueo. Felicidad al menos en sus placeres económicos, los que a través de los modelos financieros sofisticados que se crearon nos alejan cada vez mas del paraíso perdido. Son mas complicados de analizar y ayudan a los inescrupulosos a crear instrumentos susceptibles de generar pánico al apropiarse de lo ajeno.

Y allí suenan las campanas llamando a los contadores públicos tal como repican las de las torres de las iglesias llamando a los fieles. Pero parece que no son escuchadas en su magnitud verdadera.

Y las victimas de esa sordera, son justamente la sociedades en su conjunto, que sufren una y otra vez el silencio de los dioses que han prometido protegerlos.

Por eso, volviendo a las conversaciones con Jim Peterson sobre la ley SOX, podríamos replicar al poeta inglés John Donne cuando en 1624 le escribiera al Rey Jacobo I: ” La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti.”